viernes, 29 de mayo de 2020

Café para dos


Pasaba las últimas horas de la tarde sentada mirando la luz naranja que cambiaba el color de los árboles, del piso verde y de su propia sombra. Había mucho silencio que podía confundirse con soledad. De rato en rato ladraba el perro del vecino y a veces se escuchaban las bocinas de los autos que pasaban por la avenida que estaba a pocas cuadras. Justo antes de que sea hora de cenar, llegaba Alberto del trabajo, un poco desgarbado y con pasos largos, se acercaba a darle un abrazo y le quitaba los platos de las manos. Ella ya estaba poniendo la mesa. En esa casa de ventanas grandes vivían pocas personas, en realidad vivían ellos dos la mayor parte del año y en vacaciones de verano llegaban sus hijos y con ellos muchos amigos y mucha bulla. Hoy es un día de agosto, la mesa está puesta solamente con dos lugares y dos copas para vino. La luz de la lámpara sobre la mesa alumbra la conversación, sincronizan muy bien los tiempos, ella le cuenta de su avance en la novela que está escribiendo y él de la reunión que tuvo ese día, una muy importante al parecer porque no dejaba de mover las manos mientras le contaba sin pausa. 

Andrea era escritora a tiempo completo, había ganado dos premios desde que publicó su primer libro y la invitaban de vez en cuando a dar charlas en algunas universidades, a ella le gustaban esas invitaciones porque disfrutaba tomar café ralo, de esos típicos de cafetería universitaria donde el café tiene que ser barato y dulce, la hacía sonreír y acordarse de esas épocas cuando no era importante ni el tostado del grano ni la temperatura del agua para destilarlo. Alberto, que justo conoció en ese tiempo pero recién se pusieron de novios muchos años después, tenía dos pasiones (Andrea y su jardín), viajar y restaurar motos antiguas. Era un hombre honesto y comprometido, de palabras sencillas, prefería un paseo en carretera que un viaje en crucero. También le gustaba el café, sin mucho ritual y con nada de azúcar. Ambos disfrutaban esas historias, las que se contaban cada día aunque no estén en la misma ciudad. Aunque hubiesen pasado el día juntos.

(…) 

foto de @burst

4 comentarios:

  1. La manera como inicias la descripción de tus pensamientos es muy poderosa .... muy interesante .... te atrapa inmediatamente. Las palabras que eliges para el desarrollo son elegantes y a la vez tienen ese toque familiar que hace que la historia tenga un sentido personal, familiar, invita al recuerdo, a soñar despierto, a vivir el momento en la imaginación y todo eso hace que los que no te conocemos veamos la transparencia de tus sentimientos ...

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