lunes, 28 de octubre de 2019

Carta al Señor Evo Morales Ayma


Señor
Evo Morales Ayma

Acabo de escuchar su patético discurso que no fue más que un intento desesperado de repetir palabras, las mismas que en algún momento lo llevaron a sentarse en esa silla de la que usted, ahora, no quiere moverse. Primero me dio mucha rabia porque su soberbia sobrepasa los límites de lo racional aunque no me sorprendió porque de usted no se puede esperar otra cosa. Después, siguiendo sus desordenadas ideas comencé a sonreír porque usted no tiene idea que ahora su discurso de racismo no va más. Parece que no ha salido a las calles a ver como todo el pueblo boliviano reclama unido y en libertad, ya no podrá hacernos creer que no somos hermanos, esas palabras ya no sirven señor Morales. Estamos juntos en esto, nos reconocemos bolivianos y así estamos pidiendo que nuestra decisión sea respetada.
Me da usted pena.
Esta lucha es en las calles y no vamos a cansarnos hasta ver que nuestro voto, el voto real de todos los que queremos que usted y su régimen dictador se vayan, sea el que gobierne. No le tenemos miedo señor Morales, usted ahora tiene el poder porque se ha encargado de comprárselo sin medir consecuencias, pero nosotros tenemos la convicción de que queremos vivir en un país libre. Nosotros, el pueblo boliviano estamos de pie, firmes, para defender lo que es nuestro…nuestro derecho a elegir.

Después de escucharlo, entré a la habitación de mis hijos y se me cayeron las lágrimas porque es por ellos que yo no voy a descansar hasta ver a mi país libre de su nefasto gobierno. Yo quiero que ellos vivan en un país donde su voz cuenta, que sepan que pueden caminar tranquilos y no serán perseguidos por pensar diferente, que no les importe el color de su piel ni dónde les entregaron el certificado de nacimiento. Yo quiero que ellos vivan en un país donde se respete a las autoridades porque estas quieren lo mejor para sus habitantes.

Señor Morales, en serio, todavía puede irse y evitar que corra más sangre. De aquí yo no me muevo hasta ver que mi voto se respeta. Somos muchos, somos todos y no tenemos miedo.

Roxana Hartmann
Artista visual boliviana
23 de Octubre 2019

domingo, 6 de octubre de 2019

Las palabras insisten


Escribo y borro. Respiro. Miro el verde mojado que tengo al frente y me detengo.
El viento frío sube por mi tobillo. No necesito nada más que todo lo que tengo.

En los últimos días he caminado nuevas calles, descubrí espacios distintos y confirmé que las fronteras ya no son fijas, se transforman a medida que las palabras acompañan este viaje que no termina nunca. La muerte ya no me provoca asfixia y el amor se viste con el traje que quiere sin fijarse en nada más que estar. En estar y ser. En dejar ser. Las presencias no son un requisito aunque coincidir se volvió inevitable.

Escribo, escribo y borro. Las palabras que dibujan situaciones o mejor dicho, los momentos vividos y las personas en esos momentos, vienen y se sientan a mi lado, me miran y marcan esta hoja en blanco. Dibujan con su esencia formas muy parecidas al rastro que deja la luz que pasa a través de tus manos al hablar, o la sombra que proyectas cuando te mueves y el pasado te persigue o el sonido de la carcajada que se estrella contra el muro vacío de lo esperado. Escribo. Y al escribir voy creando este presente lleno de hilvanes. Convoco. Te quiero, los amo. Sonrío.

Las palabras insisten, yo insisto.

¿Cuál es mi afán? Creo que esto de la memoria y del tiempo. De la identidad y la relación de uno con su historia, con sus palabras y con las historias de otros, creo que esto es lo que me detiene a escribir, escribir y borrar. Mi afán es decirte que estás en el abrazo de bienvenida, en los libros que leíste y que otros ahora leen, en la noche llena de murmullos y en el calor de tu piel conquistada. Estás en la calle hablando con eco y en esa silla, tomando café. En la terraza, en el museo y en la cocina, estás ahí en la memoria. En cada encuentro, en todos los lugares. Ahí estás, estamos, seguimos.
Mi afán es que sepas que mi historia se enreda con la tuya, dialogan, se alimentan, se separan, vuelven y se transforman en otros seres, en otras palabras y otros lugares.

Escribo y sigo.

(sigamos)