Junio 2019
“Mamá, me aburre la materia de arte” exclamó mi hijo el otro día y en ese instante sentí que algo daba vueltas en mi estómago como si hubiera comido un chicharrón guardado. ¿Cómo es posible que un niño se aburra? Es un mal contemporáneo que la mayoría de los niños y los jóvenes tengan el concepto del tiempo y la espera bastante confuso ya que nacieron en una época donde todo es inmediato y rápido. Pero, ¿será posible que nada pueda sacarlos de esta inercia que parece afectar también a muchos adultos?
Hablar de arte es casi tan fácil como hablar de las creencias, es un tema muy amplio, y completamente cambiante. Pero hablar del aburrimiento o desinterés que los niños y adolescentes perciben de sus clases de arte, eso es un tema preocupante. No es la primera vez que escucho que alguien detesta la materia de arte, que la esquivan, que les da igual, y esto no es pecado porque erróneo sería pensar que todos disfrutan lo que yo amo. Lo que me llama la atención es que en distintas ciudades y en diferentes colegios de este país, el comentario es similar. Por eso me atreví a usar este espacio para que podamos abrir diálogo y reflexionar sobre este desperdicio de capacidades. Es momento que los educadores, los padres y los que trabajamos en esta área podamos colaborar para construir mejores escenarios y aportar en la felicidad de los niños.
Mucho se ha escrito sobre las ventajas del arte en la educación, en el desarrollo de las personas, en cómo a través de ella se descubren sensibilidades y se activa la empatía, pero parece que no muchos leen estos estudios. Los niños y jóvenes que están estimulados por cualquier manifestación artística, como la música, la pintura, el teatro o la danza, son personas que pueden enfrentar el mundo con mayores y mejores herramientas que una persona que no conoce o nunca trabajó con ellas. No es invento mío que el arte sirve para desarrollar la capacidad de resolver problemas, que estimula la observación y también la concentración. Entonces, ¿por qué no le dan importancia a esta materia en la mayoría de los colegios? Asumo que la contratación de profesores que provocan aburrimiento o frustración en sus estudiantes no fue rigurosa o quizás los encargados tampoco saben qué requerir a la hora de encontrar un buen profesor. ¿Qué pruebas necesitan los directores o creadores de grillas curriculares para integrar la materia de arte y creatividad de manera transversal en todos los años escolares? ¿Sabrán que en la clase de arte se hace mucho más que pegar palitos chinos para hacer fruteros, que pintar un cielo de muchos colores y no uno celeste apretando apenas el lápiz es una opción? ¿Sabrán que mientras se enseña a componer se está enseñando a decidir, que cuando se habla de “ismos” en el arte, también se habla de momentos sociales y políticos?
Una clase de arte en el colegio debería ser la más esperada por los niños y jóvenes porque es ahí donde el profesor se atreve a llevar a sus estudiantes a pensar, a debatir y a crear. Y con esto no hablo que la libertad que tanto se convoca al hablar de idealismo en el arte, sea sinónimo de no ser riguroso o exigente, hablo de tener la valentía como profesores de reconocer en los estudiantes las diferencias, las formas de hacer y percibir lo que se entiende como realidad. Estoy hablando de usar todos los recursos que la enseñanza del arte otorga para comenzar a cambiar los “yo no puedo” por “voy a intentarlo”, para sacar del adormecimiento a los niños y mostrarles nuevas formas de mirar, de decir y de proponer. Ahí mismo, en la clase de arte se debería fomentar que ser diferente es una posibilidad, y no seguir cultivando zombis que repiten, copian y no tienen derecho a pensar. En la clase de arte se debería estimular el pensamiento crítico, promover la lectura, el oficio y la capacidad de ser flexible ante el cambio (una de las ventajas del pensamiento creativo), se debería generar momentos de introspección e incentivar la búsqueda individual sin perder de vista el trabajo en colaboración.
Este es un llamado de atención sobre todo a los establecimientos educativos que son los que tienen la gran ventaja de recibir niños y jóvenes casi todo el año, que son los que deberán replantearse sus métodos y dar una mirada más profunda a sus objetivos. Insisto en que se debe dar más importancia a la enseñanza del arte, que de nada sirven las consignas impresas si no se promueve el cambio desde adentro. El aburrimiento es también una forma de provocar resultados creativos, cuando el aburrimiento viene del silencio y la ausencia y este genera nuevos caminos, pero aburrirse en clase de arte porque el profesor es un inepto, eso es otra cosa.
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