La primera parada es en Barcelona, llegué el sábado a medio día, después de haber pasado cinco horas en el aeropuerto de Barajas esperando mi conexión. Fue a recibirme mi hermana menor que ahora estudia en esta intensa y bulliciosa ciudad. A paso firme recorrimos ese sábado y el domingo casi casi media capital, de punta a canto, como dicen.
Me reencontré con algunos lugares que ya conocía pero en realidad fue como pisar las calles por primera vez. Atenta a las miradas, a las almas con prisa y a otras sin hogar.
En medio de turistas que avanzan las calles en masa sin detenerse a veces en detalles no mencionados en los mapas, algunos refugiados con el paso más lento y sin propósito alguno. Barcelona me está hablando de muchas maneras, me susurra algunas cosas y muchas otras me las grita con ese tono catalán que ahora quiero escucharlo a cada rato. Suena fuerte, me paro a observarla, me siento y tomo uno y otro café para atenderla, me sigue diciendo cosas. El mundo está tan lleno de personas y estas personas de historias y lugares habitados, que pareciera que percibo a todas al mismo tiempo, es muy extraño.
Es justo ese constante resonar que me sigue arrojando palabras para tratar de capturar los instantes de muerte y vida que vamos coleccionando, como seres individuales y como comunidad, como personas dueñas de historias en cualquier lugar del mundo. ¿Será que morimos más de una vez al día para poder darnos cuenta y mirar con otros ojos? ¿Será que nos permitimos morir?
Y bueno, ya visité algunas galerías, unas tiendas de objetos de arte. Mañana me toca ir a los museos y también dar una charla a estudiantes de gastronomía y seguir caminando como si al final del día me dieran un premio por ganar pasos y sumar kilómetros. Dejaré también pequeñas obras en una tienda de objetos de arte y haré un pequeño mural.
Sumado a todo esto, el amor que recibo desde mi ciudad, es el que me mantiene y me saca sonrisas de rato en rato, no solo al leer los mensajes cada vez que tengo "wi-fi", si no al imaginar a cada uno de esos seres de amor, a mi lado.
Mis primeros dos días en Barcelona, van bien. Ah! Casi que me olvido que ayer hice una intervención en el Barrio Gótico, un dibujo en una esquina. Que bien que se sintió, dejar registro sin firma. Hacer y seguir haciendo.
en este café mientras escribo (Café Viena, las Ramblas)
Mi obra
Taller de escultor en pleno Barrio Gótico
street art