Hace días que el fuego se lleva todo lo que palpita a su
alrededor, no se puede hacerle frente, no nos deja y son pocos los que ponen
todo su cuerpo para tratar de aplacarlo.
Nos quemamos, y no es sólo el verde que se pierde debajo de la
capa de grises con trazos abstractos robando cualquier insinuación de figura,
se pierde también nuestra capacidad de ver más allá, nos perdemos…nos estamos
borrando.
Vivir no se trata de coleccionar likes o buscar el filtro que borre las arrugas, tampoco se trata de
sumarse a una lucha solamente por tener algo de qué hablar, y hacer eso…hablar
solamente. Vivir se trata de vivir. De ser un sujeto consecuente, coherente en
todas las acciones. Aunque no te vean, aunque lo que hagas parezca que no
importa. Aunque tu post no se
comparta. Parece que estamos condenados a ser lo que los otros piensan que
somos, pasamos mucho tiempo del día construyendo ese personaje para el resto,
nos olvidamos de nosotros mismos, de dejar que ese ser que vive en nosotros respire
con pausa. Nos estamos quemando y ahora creemos que además podemos apagar
incendios.
En estos días he visto mucha gente que trabaja en sintonía para
ayudar a las regiones donde sucede el desastre, que da lo mejor de sí,
comprometida y silenciosa (y bulliciosa también). He visto el amor manifestarse
en distintas formas, todas válidas, todas refrescantes. Todas urgentes y
necesarias. He visto cómo aprendemos rápidamente a insistir y resistir. También
he visto cómo confundimos fácilmente la vanidad con la presencia y la impostura
con la convicción. He visto cómo vivir el presente nos lleva a pisarlo. Es impresionante.
Es un tiempo difícil, nos estamos quemando, es real, es mucha tierra devastada
y mucho futuro sobre puntos suspensivos. ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Estamos
librándonos de nuestra propia muerte? ¿Lo hacemos por nosotros y todos nuestros
compañeros?
Parece que nos estamos salvando, raspando, pero no nos vamos a
aplazar. Parece que finalmente nos visita la gana de pensar en los demás y en
nuestro entorno, desinteresadamente, aunque tengamos que registrarlo (por si
acaso) en una que otra selfie. Aprovechemos
pues, que no nos distraigan las fechas importantes ni la foto para las redes,
que las palabras escritas sean pasos caminados, que los hashtags se conviertan en acciones diarias y nos volvamos influencers en nuestra entorno cercano.
Que nos valga una mierda las teorías de “cómo ser una persona exitosa” y
nuestro instagram tenga las fotos que amamos. Que nuestras historias cuenten lo
que queremos y no lo que pensamos que los otros quieren escuchar. Amemos como nos de la gana, como mejor nos
salga, porque en realidad a nadie le importa lo que hacemos, que nos importe a
nosotros. Amemos.
Vivamos, que para morir tendremos tiempo.
(Toborochi en San José de Chiquitos)